miércoles, 20 de febrero de 2013

Día 17

   Pocas cosas podía hacer ya en Aotearoa, aunque en el camino del aeropuerto conocí a una maorí que me habló de los problemas de la tierra, los maoríes quieren las tierras que les robaron, Nueva Zelanda es una sociedad moderna, pero con problemas que vienen del pasado, hay heridas por las que todavía se lucha.

   Una última mirada por la ventana me descubre las montañas que dejo atrás. El país de la gran nube blanca.

© Mario Martinez Arrabal



   En el camino de vuelta mis compañeros de viaje fueron menos habladores que en la ida. Aunque eso me dejó la oportunidad de ver una película que me gustó mucho, Paris Manhattan con la actuación de Woody Allen y algo que me gustó mucho del vuelo es que me pude comer un croissant, ya que no pude encontrar ninguno decente en Nueva Zelanda, de hecho no encontré ninguno.

Canon EOS 7D, Canon 15-85 mm f/3.5-5.6 IS USM
© Mario Martinez Arrabal


   2.788 fotos con mi cámara, más las que he hecho con mi móvil, es lo que me llevo, eso y los recuerdos, a veces buenos, a veces difíciles. Me quedan cosas por hacer y conocer en este país, para la próxima, si es que hay próxima, querría ver un partido de los All Blacks, para conocer el ambiente de los partidos, ver el parque nacional de Abel Tasman, el santuario de aves Walmarama y el Fox Glacier y visitar con más tranquilidad Christchurch y Dunedin, así como algún plató del Señor de los Anillos.

martes, 19 de febrero de 2013

Día 16

   Realicé la subida a la montaña de la góndola andando, gracias  a ello tuve la oportunidad de conocer a dos personas en el camino que me acompañaron con su conversación hasta el final de la góndola. Uno de ellos era un jubilado de Reino Unido, de unos 70 años, este era su séptimo viaje a Nueva Zelanda, era un hombre inteligente, conocedor de la situación actual, no sólo en su país, sino fuera de sus fronteras. El otro era un fotógrafo de deportes de California, que al ver mi cámara, me comentó el problema de hacer ascensiones con un peso así. En la góndola se separaron nuestros caminos. El hombre mayor se quedó descansando, el fotógrafo fue a hacer fotos al mirador de la góndola y yo proseguí mi viaje hacia la cumbre.

   En el camino de subida entendí por qué muchos de lo caminos de montaña de Nueva Zelanda, tiene unas plantas tan bonitas, y es que algunas las plantan!.


Canon EOS 7D
© Mario Martinez Arrabal



   Sobre todo, si tenéis oportunidad no os quedéis en la góndola, subid más hasta la cima de la montaña, la vista es increíble, una vez dejas atrás los bosques. Esto no es apto para todos los turistas, el camino se torna cada vez más difícil, pocos suben hasta la cumbre.

Canon EOS 7D, Canon 15-85 mm f/3.5-5.6 IS USM
© Mario Martinez Arrabal


   En la bajada descubrí que no es necesario llevar calzado para la subida hasta la góndola, una pareja que iba subiendo por el angosto camino iba sin ellas, aunque yo no lo recomiendo, por la noche pude disfrutar de los colores de uno de mis últimos atardeceres.

lunes, 18 de febrero de 2013

Día 15

   Fue el día del adiós, la despedida del grupo, y de la forma de vida de los últimos días, me quedaba sólo en Nueva Zelanda, tal y como había llegado, todavía tuve oportunidad de ver a algunos de mis antiguos compañeros por la ciudad, lo que fue una grata sorpresa y de realizar cuatro compras para la familia.

   También tuve la oportunidad de ver algo más de fauna, no está todo dentro del zoo, como un pequeño conejo.

Canon EOS 7D, Canon 15-85 mm f/3.5-5.6 IS USM
© Mario Martinez Arrabal



   Además de ver cómo los bomberos se preparaban para salvar a un pequeño gatito de uno de los árboles de la ciudad. ;)

Canon EOS 7D, Canon 15-85 mm f/3.5-5.6 IS USM
© Mario Martinez Arrabal


   También tuve la oportunidad de fotografiar el Kiwi más grande de Queenstown, buscadlo, es parada obligatoria para hacer una foto.
 
   No pidáis mucha información en la oficina de turismo, por lo menos quien me atendió a mí, no sabía demasiado, le pedí información, y alguna me la dio de mala gana, le pregunté por una ruta a pie cerca de la ciudad a lo que me respondió que fuese a una empresa cercana, en vez de darme la posibilidad de hacer una ruta cercana a la ciudad que descubrí por mi mismo.

domingo, 17 de febrero de 2013

Día 14

Nuestro camino a Queenstown fue la despedida. Queenstown es una ciudad dónde puedes hacer muchas cosas, entre ellas, visitar su zoo y ver los Kiwis, que tienen el horario cambiado (hora europea), para que los visitantes los puedan ver, con una luz roja, una parte del espectro visible que parece que los Kiwis no ven; así como otras especies interesantes de aves como los Yellow Crowned Parakeet de la foto que hay a continuación:

Canon EOS 7D, Canon 15-85 mm f/3.5-5.6 IS USM
© Mario Martinez Arrabal



   También tuve la oportunidad de ver la vida nocturna, los empleados de seguridad de los garitos son maoríes que miran la documentación antes de entrar, así que no la olvides si quieres salir de fiesta. En uno de los bares probé un toro mecánico, fue la primera vez que me monté en uno, no pensé que me tirara tan rápido, tenía las piernas con agujetas del día anterior, así que no podía hacer mucha fuerza con ellas. Me ha sorprendido que los horarios sean parecidos a los españoles, las tiendas cierran sobre las 9h de la noche y los bares nocturnos están abiertos hasta altas horas de la madrugada. Cómo las casas suelen estar alejadas del centro, no hay tanto problema de ruido con los vecinos.

sábado, 16 de febrero de 2013

Día 13

   En Te Anau tuve la oportunidad de correr por los bosques cercanos al lago, mucha gente corre por el camino cercano al lago, aunque ningún perro, lo tienen prohibido, ya que es zona de Kiwis, y los perros matan a los Kiwis, por lo que tienen algunas zonas prohibidas en el país. Hay unas vistas increíbles cuando llegas a la cima de la montaña. Tengo la oportunidad de conocer gente, que me pregunta por el tiempo necesario para llegar a la cumbre.

© Mario Martinez Arrabal



   Por la tarde visité las cuevas (Te Anau Glowworm Caves), dónde pude ver los pequeños animales fosforescentes cuya disposición en las cuevas recuerda mucho a un cielo estrellado, eran más pequeños de lo que suponía, la visita se me hizo corta y tuve la oportunidad de conocer a alguien con quien hablé durante mucho tiempo, es agradable conocer a personas que no conoces de nada y quieren conversar e intercambiar experiencias. Nueva Zelanda es una cultura diferente, y respecto a otras puede parecer más fría a algunas personas.

viernes, 15 de febrero de 2013

Día 12

   Este día es el del paseo en Barco por Milford Sound, es una de las paradas obligatorias en la isla del sur, se llega por una carretera hecha expreso para los turistas y para unas pocas empresas que se dedican a enseñar los fiordos a los turistas, muchos habitantes están en contra de la construcción de un nuevo túnel, la verdad que esto es algo que no me gustó, se hacen carreteras con dinero público, para beneficio de unas pocas empresas dañando el medio ambiente, sólo por dinero, las cosas se pueden hacer de otra forma.

   El fiordo es impresionante, si hay suerte se pueden ver focas y delfines, y una de las atracciones para los turistas es meter el barco dentro de una de las grandes cascadas de agua para mojar a los turistas desprevenidos. Ninguna foto hace justicia a lo que pude ver.

Canon EOS 7D, Canon 15-85 mm f/3.5-5.6 IS USM
© Mario Martinez Arrabal



   Después nos despedimos de la gente que hacía la ruta de Routeburn Track, y volvimos a Te Anau. Dónde descubrí el camino que haría al día siguiente.

jueves, 14 de febrero de 2013

Día 11

   El siguiente día llegamos a la capital del country, aunque no escuché por las calles ninguna canción country. Después de pasar por algunos de los lugares más bonitos del mundo con aguas cristalinas y por una de las zonas de combate de la película del Señor de los Anillos.

Canon EOS 7D, Canon 15-85 mm f/3.5-5.6 IS USM
© Mario Martinez Arrabal

   Llegamos pasando por Te Anau al Parque Nacional de Fiordland, una zona en el corazón del bosque, una selva auténtica, aunque cerca del río estaba infestada de moscas, y eso es un problema para poder cenar tranquilo. Tuve la oportunidad de ver algo de los bosques que circundaban el campamento y de ver de nuevo los cielos infinitos de Nueva Zelanda.
    Algo que me impactó fue ver en algunos pueblos del camino, e incluso en alguna ciudad, los vestigios de la primera guerra mundial, mausoleos del recuerdo de las vidas que se perdieron.

   La noche la pasamos junto al fuego compartiendo experiencias e intentando sacar notas a una guitarra española.

miércoles, 13 de febrero de 2013

Día 10

   Por la mañana tenemos la oportunidad de ver en la playa los Moeraki Boulders, al norte de Dunedin, la imaginación me hace pensar en huevos de dinosaurio fosilizado. Los maoríes creen que estos cantos eran los cestos de comida de “Te Kaihimaki” de la canoa “Araiteuru”, una de las ancestrales embarcaciones que trajeron los maories a Nueva Zelanda, desde Hawaiki.

   En realidad son restos de calcio cristalizado de un sedimento mineral de cerca de 60 millones años.

Canon EOS 7D, Canon 15-85 mm f/3.5-5.6 IS USM
© Mario Martinez Arrabal



   Después visitamos Dunedin, para mi una de las ciudades más bonitas de Nueva Zelanda, junto con Wellington, una ciudad para la que me habría gustado tener un par de días más para verla mejor, presume de tener la calle más empinada del mundo. Todos los turistas intentan subirla, y casi todos llegan al final, dónde espera una pequeña fuente de agua.

   En esta ciudad se pueden encontrar tiendas de ropa de segunda mano, en muchas de ellas se puede leer un cartel dónde pone que los beneficios se destinan a fines sociales. También hay una fábrica de chocolate, pero eso no es lo que quiero ver en Nueva Zelanda.

   Por la noche nos espera una cena en un bar junto al océano, con una pintoresca puerta trasera, dónde tengo oportunidad de jugar algo a billar. Un cielo limpio que me deja ver las constelaciones del sur. Un día con buenos recuerdos.

martes, 12 de febrero de 2013

Día 9

   Llegamos a las faldas de la zona montañosa dónde está el monte Cook, resulta impresionante ver las montañas nevadas en verano.

   Poco a poco nos acercamos a la montaña. No era una zona demasiado boscosa, pero habían unos paisajes que no se deben obviar si se visita la isla del sur. Varios puentes colgantes hacen que el camino sea más fácil, y un río con las aguas frías de la nieve siguen parte del camino.

Canon EOS 7D, Canon 15-85 mm f/3.5-5.6 IS USM
© Mario Martinez Arrabal



   Llegamos al que sería nuestro campamento junto a las costas del pacífico, y apartada en una costa olvidada, una foca intenta descansar, tengo la oportunidad de llegar a tocarla, pero ni lo intento, a mi no me gustaría que un extraño me intentara tocar cuando estoy intentando descansar. Puedo hacer inmejorables fotos de ella a buena distancia.

   Por la noche un fuego en la playa aviva la noche del campamento. Faltaría amenizar la noche con una historia de terror, pero nadie recuerda ninguna.

lunes, 11 de febrero de 2013

Día 8

   Por la mañana las ovejas estaban junto al campamento, Aotearoa ahora es el país de las ovejas, están por todo el país, y sus excrementos se han convertido en un problema para la calidad de las aguas, cómo me enteré conversando con una persona en el viaje.

   Realizamos una pequeña caminada para ver uno de los árboles más grandes del lugar, una sequoya gigante.

   Después llegamos al lago Tekapo, dónde había una pareja haciéndose fotos después de celebrar la boda, seguramente en la pequeña iglesia del lago.

Canon EOS 7D, Canon 15-85 mm f/3.5-5.6 IS USM
© Mario Martinez Arrabal



   Nos dirigimos al que sería nuestro hogar por una noche, el lago Pukaki, dónde pudimos sumergirnos en sus aguas, con vistas al monte Cook, aunque desde allí no se viese demasiado bien. Conozco la leyenda de unos alemanes que atravesaron el lago por una apuesta, algo nada recomendable por la anchura del lago.

   Tengo la posibilidad de hacer fotos con una buena luz, fue algo que me gustó mucho.

   Unos cantantes ambulantes amenizaron la noche, haciendo que esta fuese diferente.

domingo, 10 de febrero de 2013

Día 7

   Me levanto muy temprano, me esperan los cetáceos odontocetos, salimos en un pequeño barco, tras escoger la ropa de neopreno y ver un corto vídeo. Después del amanecer, tenemos la oportunidad de ver los delfines, no hay que hacer sonidos, los sonidos hacen que se estresen, incluso creo que los grupos deberían ser más reducidos y en menor número, algo que deberían regular más, al fin y al cabo nos metemos en su mundo, imaginaos que por un momento, estáis en vuestro lugar preferido con los amigos, y de repente vienen montones de turistas de una especie diferente y os empiezan a mirar, se que en los acuarios los delfines que usan para los turistas viven menos tiempo, es un privilegio poder verlos y nadar con ellos, y es algo que se debería controlar más.

   Es una experiencia inolvidable, comparable a cuándo vi los corales del Mar Rojo, y en aquella ocasión, el coral roto por los turistas era visible, en esta, no pude ver si los delfines estaban sufriendo con nuestra presencia. No intenté tocarlos, ni hacer ningún ruido, fue una sensación increíble nadar junto a ellos.

Canon EOS 7D, Canon 15-85 mm f/3.5-5.6 IS USM
© Mario Martinez Arrabal



   Acabamos la jornada con algunas galletas y un vaso caliente de chocolate, algo que sienta muy bien después de sumergirse en las frías aguas del Pacífico, que resultaron ser menos saladas que las del Mediterráneo. Algo para el recuerdo.

   Después pasamos por Christchurch, una ciudad de la que sólo pudimos ver el internacional Antartic center, me quedé con ganas de ver algo más de la ciudad.

   Para finalizar el día acampamos junto a un río.

sábado, 9 de febrero de 2013

Día 6

   El sexto día amanecemos en Picton, una pequeña ciudad costera, aprovechamos la mañana para descubrir sus montañas, llenas de las mismas especies de árboles que la isla norte. El agua en esta isla es mucho más dulce, me gusta más que el agua del norte. La caminada es buena, poco a poco vamos alcanzando la cima, desde dónde se ve el puerto y el pueblo de Picton. La vuelta a la ciudad es muy rápida, debemos llegar antes de que el grupo parta, antes de llegar al pueblo nos encontramos con uno de los muchos ríos de Nueva Zelanda, el cual debemos cruzar utilizando unas piedras como puente.

   Seguimos nuestro viaje a Kaikoura, en el camino podemos ver cómo las focas están junto a la costa, me quedo con ganas de que el autobús haga una pequeña parada para poder verlas más de cerca, las cuento por centenares.


Canon EOS 7D

© Mario Martinez Arrabal



   Nos paramos y hacemos una caminada, la niebla tapa las vistas, pero los arcoiris embellecen las playas, dónde hay mensajes escritos, mensajes de cariño escritos tiempo atrás.

Canon EOS 7D, Canon 15-85 mm f/3.5-5.6 IS USM

© Mario Martinez Arrabal



viernes, 8 de febrero de 2013

Día 5

   La llegada a Wellington, la hacemos por la mañana, me espera la capital de Nueva Zelanda, no me esperaba mucho de ella, pero me encontré una ciudad plena, con grandes edificios, algunos de ellos muy bonitos, el teleférico nos deja en el corazón de los jardines botánicos.

Canon EOS 7D, Canon 15-85 mm f/3.5-5.6 IS USM
© Mario Martinez Arrabal


   Allí se descubren multitud de plantas diferentes, la vista de la ciudad es impresionante, es una ciudad muy diferente a Auckland, esta ciudad me gusta, en el jardín encontramos varios asientos, son el recuerdo de personas que pasaron por allí en otro tiempo y han dejado su huella después de dejar el mundo. 

Canon EOS 7D, Canon 15-85 mm f/3.5-5.6 IS USM
© Mario Martinez Arrabal


   Comimos en un restaurante con vistas al mar, pero debéis tener cuidado, por que si coméis allí, revisad bien la cuenta, nos querían cobrar un plato de más y una copa que se había roto por accidente.

   En el museo Te Papa, más tarde puedo ver algo de cultura maorí, es muy interesante, pero no tengo mucho tiempo para poder mirarlo bien.

   Por la tarde tomamos el ferry para ir a la isla del sur, que nos deslumbra dándonos la bienvenida con unas montañas llenas de naturaleza, el anochecer se acerca, el día se apaga

jueves, 7 de febrero de 2013

Día 4

   En este día me espera la caminada por el Tongariro, tierra volcánica, es un camino bien preparado para los caminantes, hasta que no llegas casi al final no te encuentras con algo de camino interesante, sin escaleras que te faciliten el acceso.

Canon EOS 7D, Canon 15-85 mm f/3.5-5.6 IS USM
© Mario Martinez Arrabal



   Desde arriba se pueden ver varios lagos de un color azul verdoso, muchos caminantes comparten el camino. Son tierras desoladas, sin arboles o animales en el camino.

   Para realizar el camino, hay autobuses muy viejos que te llevan temprano y te recogen de vuelta al mediodía, por la mañana fuimos todos bien sentados, pero al mediodía muchos de mi grupo tuvieron que ir de pie.

   Durante el camino, hacemos una parada, competición de lanzamientos de botas en una pequeña ciudad de Nueva Zelanda, llega mi turno, y la bota acaba en la estación de tren de al lado, la potencia sin control no sirve de nada, me quedo con ganas de probar de nuevo, se que puedo mandarla más lejos.

   Fue este día cuándo nos paró la policía neozelandesa y tuvimos que separar el grupo, ya que en un sólo autobús por ley no estaba permitido que fuésemos tantos, según los papeles el peso y las personas que llevaba el autobús no estaban permitidos. Los del grupo que nos bajamos del autobús, estuvimos esperando en una gasolinera perdida, hasta que llegó el resto del grupo.

miércoles, 6 de febrero de 2013

Día 3

   En este tercer día visitamos las cataratas de Huka Falls, me esperaba que fuesen más grandes, las fotos que saco de la catarata no me acaban de convencer, lo próximo que me espera es una agradable caminada por el sendero que sigue el río hasta llegar a la ciudad, es un camino que nadie se debe perder si va de viaje a Nueva Zelanda, allí se ven muchas especies de árboles, y rincones del río de aguas transparentes.

Canon EOS 7D, Canon 15-85 mm f/3.5-5.6 IS USM
© Mario Martinez Arrabal


   Pronto llego a la ciudad dónde me espera una playa dónde ya puedo ver gente, el lago Taupo se ve imponente. Lleno de vida, muy diferente a las playas del océano Pacífico.

martes, 5 de febrero de 2013

Día 2

   Los primeros rayos de sol dejan ver las montañas y los bosques de alrededor del campamento, lo primero que hacemos es ir  de nuevo a la playa de Whiritoa, a esperar al resto del grupo, y el primer animal que me pica en el emisferio sur es una abeja grande, se me hace un pequeño bulto, y me duele, me preocupo un poco pero ya se pasará, estoy de vacaciones y sólo ha sido un picotazo.

   Nos dirigimos a ver tierras volcánicas, la tierra de Rotorua, un lugar lleno de sorpresas volcánicas, la zona volcánica de Taupo.

Canon EOS 7D, Canon 15-85 mm f/3.5-5.6 IS USM
© Mario Martinez Arrabal


   Por la noche nos esperan las bañeras calientes, pero esta vez dentro del hotel, sin prisas por hacer el agujero, pero aún más calientes, por lo que no se puede estar tanto tiempo.

lunes, 4 de febrero de 2013

Día 1

   Me levanté temprano y desayuné, me esperaba un día lleno de sorpresas, a las 10h había quedado con los guías que me enseñarían las islas y conocería a las personas que me acompañarían durante los 15 días.

   En el lugar de encuentro vi las primeras personas que compartirían mi viaje, con las maletas en la acera, y comenzaron las presentaciones a la forma inglesa, dándonos la mano, y pronto llegó el autocar con las personas que ya habían recorrido el país, la guía me preguntó mi nombre y me señaló en la lista, salimos rápidamente de Auckland, la ciudad que había tenido tan poco tiempo para ver, y comencé a descubrir cómo eran los bosques neozelandeses, y la diversidad que me esperaba durante el viaje.


   Llegamos a un lugar cercano al mar, la península de Coromandel, me acerqué y toqué las aguas del Pacífico, estaban más calientes de lo que esperaba, el color de la arena era más blanco, con gránulos negros, algo totalmente diferente a las playas que había visto hasta el momento. Y después empezó mi primera caminata por los bosques, con árboles de formas imosibles y pájaros que se acercaban más de lo que estaba acostumbrado. Hasta llegar a una cala olvidada.


   Sólo unos turistas y mis acompañantes estaban allí, y algunos árboles con formas imposibles, y piedras alzándose en el océano, desgastadas por las embestidas de las aguas. Un paso natural, recordaba las formas de una Catedral. Me sorprendió encontrar un lavabo con vistas al mar.

   Por la noche me esperaba la playa de una isla volcánica, al escarbar un poco la verdadera naturaleza de la isla se dejaba ver, el agua caliente llenaba el hueco, y los turistas entran en las abrazadoras aguas, dejando el frío de un día que poco tiene que ver con un día de verano en Europa. Para usar estas bañeras calientes hay dos posibilidades, o bien de cavas tu propio hueco o esperas a que alguien se vaya y ocupas el que ha hecho otra persona, es más divertido usar la segunda opción.

domingo, 3 de febrero de 2013

Día 0

   El primer día, fue el día del aterrizaje, llegué a Auckland por la mañana, lo primero que noté fue la temperatura, venía del frío invierno de Enero, y me encontré con una temperatura cálida, por lo que tuve que guardar la chaqueta en la mochila.

   El visado que me han puesto en el pasaporte, me da tres meses para conocer el país, no estaré tanto tiempo, espero poder conocer algo del país en menos tiempo.

   Salí del aeropuerto buscando el autobús que me llevaría al centro, pregunté al vendedor de entradas si el autobús me dejaría cerca de mi hotel, a lo que respondió afirmativamente, después de pagar con mis kiwi dólares, pude ver por primera vez las monedas de nueva Zelanda, un dólar con un Kiwi dibujado, uno de los animales que quería ver en el viaje.

   La conductora del autobús era maorí, pude escuchar un poco de su lengua antes de que el autobús se pusiera en marcha. Allí una mujer mayor se puso a hablar conmigo, me preguntó si era turista y qué sabía sobre Nueva Zelanda, se quedó impresionada sobre lo que sabía, y me recomendó visitar el puerto, me dijo que mucha gente venía todavía en barco, en un largo viaje desde Inglaterra. Lo que no sabía era que en autobús viajaba una de las que sería compañera de viaje durante mi estancia.

   Después de comer y dejar las maletas en el hotel me dispuse a visitar la ciudad. Pocos pasos de peatones están señalizados (algo común en todo el país), y los semáforos para peatones tienen tres estados, verde, rojo intermitente y rojo. La ciudad está llena de contrastes, desde tiendas de lujo a restaurantes de comida rápida, y las calles también, me sorprendió ver algunas personas pidiendo dinero, incluso una persona disfrazada con un mazo de cartas, que tenía un cartel virtual en la cara: "Te voy a estafar", al que esquivé inmediatamente.

   Visité los jardines más próximos y el puerto, como pude comprobar más adelante, las ciudades neozelandesas tienen un núcleo, el centro comercial y de trabajo, y el resto es zona residencial, todo casas unifamiliares.

   Había pocos maoríes, la gente que podía ver era una diversidad de personas de norte Europa y asiáticas.

   Visité el gimnasio de LesMills, de dónde salen las composiciones de Bodybalance y Bodycombat entre otros que usan en mi gimnasio.

   También tuve ocasión de ver el tranvía de la ciudad.

Canon EOS 7D, Canon 15-85 mm f/3.5-5.6 IS USM
© Mario Martinez Arrabal



   La ciudad en sí no me gustó mucho, pero las ciudades no era lo que me interesaba ver de Nueva Zelanda, había venido a ver la naturaleza, y descubrir una cultura diferente.

viernes, 1 de febrero de 2013

Días -3,-2,-1

   Antes de que se usaran los vuelos transoceanicos, un viaje cómo este podía llevar varios meses por mar, en mi caso, el viaje no debía tardar más de dos días. Sin embargo, debido a los retrasos en los vuelos, llegué algo más de un día tarde, tuve que pasar un día en Londres, y salir un momento en Hong Kong, para coger un nuevo vuelo hacia el sur.

   En el trayecto a Londres la Londinense que se sentó a mi lado, me dio su comida y me preguntó cosas sobre Barcelona, dónde había pasado unos días de vacaciones. Ya en el trayecto hacia Hong Kong una pareja londinense me acompañó en el vuelo, y también ellos compartieron su comida, con lo escasa que es la comida en los aviones, se agradece. Ya en el vuelo de Hong Kong a Auckland, aunque no me podía comunicar con la mujer que estaba a mi lado, también acabó por darme parte de su comida e intentó comunicarse conmigo.

Aotearoa

   Aotearoa es el país más lejano de España, de hecho son las antípodas, un país lleno de lugares impresionantes, el país del agua, con ríos que surcan sus tierras de los que se puede beber directamente el agua, lagos grandiosos, también es el país de los bosques, de la tierras volcánicas y de especies diferentes.

   Si vas de visita a ese país y te gusta caminar por la montaña, no olvides tu calzado cómodo,  protección solar y ropa apta tanto para el verano como para el invierno, ya que el clima es muy cambiante, intenta llevar poco peso, y una pequeña mochila para llevar las cosas imprescindibles.

   El idioma del país es el inglés, si sabes hablar inglés no tendrás problemas en ninguna parte, aunque también se habla maorí, e incluso en algunas ciudades te podrás encontrar con gente que habla castellano.

   Ten cuidado con lo que llevas en la maleta, evita llevar comida e intenta llevar las botas de montaña limpias, te las revisarán.

   El viaje que escogí hacer era organizado, prefería descubrir el país acompañado y tener la oportunidad de conocer gente nueva.


 
© Mario Martinez Arrabal

   La gran nube blanca recorre la isla de vez en cuando, nublando el Sol y las estrellas.